A unos 3,5 km de Sardiñeiro y a unos 8 km del centro urbano de Fisterra.
Encontrarán supermercados a unos 8 km de la vivienda.
A escasos 300 metros de la casa discurre la prolongación del camino de Santiago en su tramo comprendido entre Fisterra y Muxía.
No deben olvidar el ritual al finalizar el camino:
Garantía de zona libre de construcciones.
A 900 metros encontrarán la playa que da nombre a la casa, uno de los pocos arenales que se pueden calificar como prácticamente virgen y de naturaleza abrupta con un impresionante sistema dunar de unos 2.5 kilómetros.
Descubrir su poder hipnotizante y relajante a través de las sendas y acantilados que rodean el mar, con las panorámicas que impresionan tanto por su labrado prehistórico y salvaje como por su belleza, mientras disfrutamos del sonido del océano atlántico, proporcionándonos éste sensación de bienestar.
Un lugar escogido por muchos amantes de deportes acuáticos como el Surf o Windsurf, pues las condiciones que se dan en este lugar idílico son idóneas para la práctica de estos. Incluso para realizar pesca deportiva. Lugar inmejorable para desconectar.
Zona de paso de rutas de senderismo como la ruta número 2 del ayuntamiento de Fisterra comprendida entre Fisterra-Playa do Rostro, compartiendo este tramo con O Camiño dos Faros, Etapa 8, la cual transcurre entre Nemiña-Faro Fisterra (26.2 km).
Hacia el norte encontrarán una pequeña senda que sale del aparcamiento hacia a Mexadoira, una pequeña cascada en un enclave natural. Según afirman los vecinos del lugar posee propiedades que protegen de la caída del cabello.
Hacia el sur de la playa encontrarán Punta Castelo, donde terminó su singladura el tristemente célebre carguero Casón en 1987.
En esta punta localizamos el emplazamiento del Castro de Castromiñán, interesantísima citania marítima enclavada en un otero del acantilado, defendido por el batir incesante del océano.
Cuenta la leyenda que un terrorífico temporal sepultó a la ciudad de Dugium bajo estas arenas. Este poblado castreño no está excavado, pero es fácil intuir su estructura. Lo que más asombra es su ubicación, colgado del abismo. Sin duda, un lugar desde el que ejercer una férrea vigilancia sobre el entorno. Hoy en día, casi nadie lo conoce y sólo se puede llegar caminando.
Durante nuestros paseos nos acompañará el sonido del océano atlántico, proporcionándonos éste sensación de bienestar.